domingo, 6 de mayo de 2007

EXPERIENCIAS RELIGIOSAS III



Sor por una pasión.


(Esta es la última historia de la trilogía, Experiencias Religiosas.)

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana nació en la hacienda de San Miguel Nepantla, Estado de México el 12 de noviembre de 1648.

Sus ganas de aprender salieron a flote desde temprana edad, a los tres años ya sabía leer, a los siete pedía que la mandaran a estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de Corpus. En 1656 Juana fue enviada por su madre a la capital donde estudió latín, Juana Inés leía, estudiaba mucho, y era tal su pasión por el conocimiento que recurrió a un método de aprendizaje un tanto extraño: cortarse el cabello y cuando le volviera a crecer, ella debía haber aprendido algo que deseaba.

Juana era dama de honor de la virreina Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a quien dedicó algunos sonetos con el nombre de Laura. EL virrey estaba asombrado con el novel de conocimientos de Juana, por lo tanto, reunió a cuarenta letrados de todas las facultades para someterla a un examen del cual Juana Inés saldría con todos los honores y admiración por parte de los letrados hombres.

“Para la total negación que tengo al matrimonio era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación, Sor Juana”. Esa decente elección se refiere a su entrada al convento, primero entró al convento de San José de las Carmelitas Descalzas en 1667 pero lo abandonó por la severidad de las reglas, después ingresó a la menos estricta orden de las jerónimas, en el convento de Santa Paula, donde por fin profesó en 1669.

1En el convento, donde vivió lo que le quedaba de vida, hizo oficios de contadora y archivista pero, más que nada, se dedicó al estudio y a la escritura. Dentro de su celda - que era individual y espaciosa- llegó a poseer más de 4,000 volúmenes, instrumentos musicales, mapas y aparatos de medición y a tener conocimientos profundos en astronomía, matemáticas, lengua, filosofía, mitología, historia, teología, música y pintura, por citar solamente algunas de sus disciplinas favoritas."

Tras la publicación de “una carta demás”, diría Octavio paz, o Carta atenagórica de la madre Juana Inés de la Cruz, religiosa profesa de velo y coro en el muy religioso convento de San Jerónimo que imprime y dedica a la misma Sor Philotea de la Cruz, su estudiosa aficionada en el convento de la Santísima Trinidad de la Puebla de los Ángeles, Sor Juana fue obligada a deshacerse de su biblioteca, sus instrumentos musicales y matemáticos y obligada a dedicarse exclusivamente al convento. Y todo esto por otra de sus grandes pasiones la Teología. Sor Juana murió el 17 de abril de 1695 contagiada de la epidemia que azotó al convento de Santa Paula.
Con esta breve biografía de Sor Juana, apreciamos como la religión fu e usada de forma diferente, en éste caso sirvió para dos cosas: una, para dar a Sor Juana la satisfacción de tener cerca el conocimiento, ya que la religión era la única forma de que una mujer podía ser letrada, y la segunda para dar al mundo a la 1"máxima figura de las letras mexicanas".



1http://www.mexicodesconocido.com.mx/espanol/cultura_y_sociedad/personajes/detalle.cfm?idpag=1321&idsec=20&idsub=0

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